Estimados Amigo de Casos Insólitos:
Translated to Spanish by Maria Fidelidad
Translated to Spanish by Maria Fidelidad
Aquí te envío un ensayo literario escrito en dos idiomas: Inglés y Español. El presente escrito fue enviado a varios amigos que disfrutan de cuentos de fantasmas, aparentemente un tanto espeluznante y tétrico, pero retocado aquí y allí con cierta destreza, agudeza y perspicacia para aquel que es instruido en los asuntos complejos de la sociedad, creo que vale la pena redactarlo según la austeridad de una mente entrenada según el rigor de la filosofía.
El presente escrito es en cierto modo un análisis "satírico y mordaz" sobre ética y prudencia: la naturaleza humana.
Los eventos realmente ocurrieron tal como se describen, y quizá hay una explicación plausible, convincente, contundente, sobre aquella mujer misteriosa, feligresa o fantasma, que por allí deambula, por los pasillos de la Iglesia Episcopal: La Santa Cruz.
Sin embargo, he sido prudente en no asumir explicaciones paranormales con asuntos que quizá puedan tener una explicación más lógica, más plausible, y que según nuestros criterios sobre la realidad y veracidad de tales hechos, pues puedan hallar --con el veredicto solemne del tiempo-- una cadena más coherente en la física de causas y efectos.
Eddy Beato Entrevista a Maria Balbosa | Existen Los Fantasmas?
https://m.youtube.com/watch?v=1whlewNqBxM
La aparición de una mujer misteriosa, el 26 de Junio, Lunes a eso de las 7:35 pm, en la Iglesia Episcopal La Santa Cruz, ha dejado mucho que especular. Maria...
m.youtube.com
De este modo, mi amado lector, manteniendo un equilibrio de sanidad intelectual tan pequeña como la mostaza de nuestra fe en el escepticismo de San Tomás, así traté de retomar y desarrollar este tema de los espíritus --los fantasmas de nuestra existencia-- como algo de fascinación para aquellos que gustan desenmarañar enigmas.
Por supuesto, esta historia misteriosa fue enviado a varios amigos que gozan de leer en dos idiomas, y ellos, más bien por curiosidad, leen esta anécdota de suspenso --que no merece el mérito de narración histórica-- sino como un mero ensayo literario sobre traducción y estilo.
De esta manera, aún los Gringos leen mis historias de fantasmas, porque con el Asunto de los Muertos y Sus Apariciones, pues ya dejamos atrás las diferencias temporales: sea usted un ciudadano ilustre u honorable, sea usted un peregrino de tierras lejanas, o quizá sea usted un emigrante sin tierra como aquel gitano desterrado, el más allá nos acoja según la gracia divina.
Ya pasando por aquella mansión gris del cementerio y sus bóvedas según la casta humana, pues el estatus de muerto o vivo --aunque a veces se dice que existimos como sombras o neblinas de mil filamentos-- aquí, por estos senderos de "fantasmas que viven incógnito," la diferencia de una u otra alma me parece ser menos obvio. En el cementerio, como ya se ha dicho, pues todos somos iguales!
Aquí, por esta morada de cenizas e inciensos, la fraternidad de espíritus que hoy deambulan por las Iglesias Cristianas en América, pues nos convocan, una vez más, a ser hermanos más allá de la raza, más allá de la religión, más allá del nacionalismo y aquel absurdo chauvinismo que desune en lo mejor de la humanidad: la caridad y el amor.
Algunos lectores, los incrédulos, interpretaron mis escritos como algo satírico sobre la sociedad humana y sus trabas.
Tenga Dios misericordia por estos lectores desconfiados, porque aún en este asunto tan serio, como es la aparición de una muerta en una Iglesia de Santidad y Oración, pues me dicen que a los vivos se les debe tener más miedo que a los muertos. Entonces, al escuchar estas duras palabras sentí miedo y pavor, pues me vino a la mente aquella terrible mujer fantasma, la novia vestida de blanco, la Llorona, que durante las horas tarde de la noche, tanto accidentes automovilísticos a causado en las calles solitarias de Latino América.
El presente escrito es en cierto modo un análisis "satírico y mordaz" sobre ética y prudencia: la naturaleza humana.
Los eventos realmente ocurrieron tal como se describen, y quizá hay una explicación plausible, convincente, contundente, sobre aquella mujer misteriosa, feligresa o fantasma, que por allí deambula, por los pasillos de la Iglesia Episcopal: La Santa Cruz.
Sin embargo, he sido prudente en no asumir explicaciones paranormales con asuntos que quizá puedan tener una explicación más lógica, más plausible, y que según nuestros criterios sobre la realidad y veracidad de tales hechos, pues puedan hallar --con el veredicto solemne del tiempo-- una cadena más coherente en la física de causas y efectos.
Eddy Beato Entrevista a Maria Balbosa | Existen Los Fantasmas?
https://m.youtube.com/watch?v=1whlewNqBxM
La aparición de una mujer misteriosa, el 26 de Junio, Lunes a eso de las 7:35 pm, en la Iglesia Episcopal La Santa Cruz, ha dejado mucho que especular. Maria...
m.youtube.com
De este modo, mi amado lector, manteniendo un equilibrio de sanidad intelectual tan pequeña como la mostaza de nuestra fe en el escepticismo de San Tomás, así traté de retomar y desarrollar este tema de los espíritus --los fantasmas de nuestra existencia-- como algo de fascinación para aquellos que gustan desenmarañar enigmas.
Por supuesto, esta historia misteriosa fue enviado a varios amigos que gozan de leer en dos idiomas, y ellos, más bien por curiosidad, leen esta anécdota de suspenso --que no merece el mérito de narración histórica-- sino como un mero ensayo literario sobre traducción y estilo.
De esta manera, aún los Gringos leen mis historias de fantasmas, porque con el Asunto de los Muertos y Sus Apariciones, pues ya dejamos atrás las diferencias temporales: sea usted un ciudadano ilustre u honorable, sea usted un peregrino de tierras lejanas, o quizá sea usted un emigrante sin tierra como aquel gitano desterrado, el más allá nos acoja según la gracia divina.
Ya pasando por aquella mansión gris del cementerio y sus bóvedas según la casta humana, pues el estatus de muerto o vivo --aunque a veces se dice que existimos como sombras o neblinas de mil filamentos-- aquí, por estos senderos de "fantasmas que viven incógnito," la diferencia de una u otra alma me parece ser menos obvio. En el cementerio, como ya se ha dicho, pues todos somos iguales!
Aquí, por esta morada de cenizas e inciensos, la fraternidad de espíritus que hoy deambulan por las Iglesias Cristianas en América, pues nos convocan, una vez más, a ser hermanos más allá de la raza, más allá de la religión, más allá del nacionalismo y aquel absurdo chauvinismo que desune en lo mejor de la humanidad: la caridad y el amor.
Algunos lectores, los incrédulos, interpretaron mis escritos como algo satírico sobre la sociedad humana y sus trabas.
Tenga Dios misericordia por estos lectores desconfiados, porque aún en este asunto tan serio, como es la aparición de una muerta en una Iglesia de Santidad y Oración, pues me dicen que a los vivos se les debe tener más miedo que a los muertos. Entonces, al escuchar estas duras palabras sentí miedo y pavor, pues me vino a la mente aquella terrible mujer fantasma, la novia vestida de blanco, la Llorona, que durante las horas tarde de la noche, tanto accidentes automovilísticos a causado en las calles solitarias de Latino América.
Ayer, Lunes 26 de Junio, a eso de las 7:30pm, en la Iglesia Episcopal La Santa Cruz, mientras disfrutábamos de una magistral obra para piano de Chopin, Nocturno en Mi Bemol mayor, interpretada por mi amigo Jilly Nelson, de repente una mujer misteriosa entró por la puerta principal, como si fuese una feligresa que venía a orar o darle a Dios las gracias.
Vi a la mujer entrar a la iglesia con una actitud piadosa y reverente, también Maribel (esposa de Jily), quién estaba sentada en medio de los bancos de la Iglesia, la vio dirigirse silenciosamente por el pasillo izquierdo hasta perderse en una capilla oscura y pequeña.
Su aspecto físico no me impresionó como extraordinaria. La mujer, si bien recuerdo, se veía como un ser humano de carne y huesos.
Ella parecía estar ya alcanzando los 60, y no era delgada, o gorda, pero si era de una constitución llena. Tampoco me pareció atractiva o fea cuando la vi aproximarse hacia la capilla, su rostro hablaba de una mujer de personalidad agradable, humilde y de devoción religiosa.
La Mujer de Dios, aquel espíritu ambulante --pues errante iban sus pasos, silenciosa por aquel pasadizo de enigmas y misterios-- fue vista entrar por la puerta principal de la Iglesia La Santa Cruz.
Cuando sentimos su presencia ya casi hermana con la nuestra, pensamos de aquella mujer santa de Dios, piel un tanto oscura, quizá color olivo, tenía pelo corto (con aspecto más bien de Latina) venía ella, en su actitud piadosa a orar allí como tantos otros feligreses.
Aquella mujer, a pesar de su aura de santidad, pues no se mostró amistosa. Sin hablar, sin saludar, dirigió sus lentos pasos hacia la pequeña capilla localizada al lado del santuario.
Ya a eso de la 7:45 pm, siguiendo los consejos del Párroco Luis Barrios, me propuse cerrar la iglesia, y como aquel que se esmera en obedecer las órdenes de sus mayores, de esta manera le pedí a Maribel que le dijese a aquella feligresa que saliera de su recámara.
Maribel, hechando una ojeada por aquellos pasillos, me sugirió que yo me dirigiera a la feligresa, porque tal como su esposo Jily, ella solo era una visitante.
Entonces como para finalizar nuestro momento musical con Federico Chopin, comencé a pagar las luces detrás del santuario. La iglesia pronto estaría llena de penumbras y sombras.
Apagué las luces para que la feligresa se percatara de que ya era tiempo de salir de allí.
La mujer, escondida allá, a pesar de estar ya cubierta con los mantos de las tinieblas de la noche, pues hizo caso omiso a mis palabras de despedida, más bien parecía estar allí inmersa en sus plegarias y súplicas.
Entonces, debido a su silencio despectivo, le llamé con voz alta y de autoridad, como aquel pastor o profeta desde el Santuario de lo Insólito:
Mujer, por favor, ya es hora de salir de salir de tu recámara.
Aún así, ella no salió de allí, ni hubo movimiento alguno como para dar indicio de su presencia. Entonces, más bien como por cortesía de un caballero, pero lleno de valor con estos asuntos inexplicables de la vida, me propuse ir a aquella pequeña capilla, y así decirle que ya era tiempo de cerrar la iglesia.
Cuando llegué a la pequeña capilla, que susto, Dios mío, la mujer ya no estaba allí. Como un caballo sobrecogido de sudor por estas veredas oscuras, sus pasos detiene bajo el peso de sus dudas, así sentí yo escalofríos llenar todo mi ser, porque pensé, si Dios quiere, allí encontraré a una sierva piadoso orando de rodilla.
Le communiqué mi gran sorpresa a Jily y a su esposa Maribel: no encontré a tal supuesta mujer orando en el recinto de nuestras plegarias.
Maribel, al escuchar esto, se llenó de pánico. Pronto, haciendo la Señal de la Santa Cruz, ella nos sugirió que saliéramos de allí lo más pronto posible.
Yo, como aquel valiente que no es perturbado por sombra que deambula por la noche, ni por pestilencia que azota durante el día (Salmo 91), así traté de calmar los nervios de mis caros invitados. Dirigiéndome hacia la capilla, me propuse hacer otra minuciosa inspección de aquel lugar sagrado.
Este Misterio Será Resuelto:
Inútilmente tratamos de hallar a la mujer de nuestro susto, porque por más que tratamos de encontrarla detrás de los bancos, detrás de las cortinas, o quizá detrás de las columnas, o por alguna puerta o ventana de salida, solo se confirmaban nuestras dudas: esta mujer es realmente un espectro. Por un momento, pensé que esta mujer se había escapado por detrás del santuario, pero Maribel la hubiese visto.
No sabemos quién era, quizás era esta mujer una desamparada, una trabajadora?
De ser así, la hubiésemos visto salir, porque no había manera de esconderse de nuestra vista, salvo en la pequeña capilla, y aún allí no la pudimos encontrar como esperábamos.
Era ella un demonio? Un fantasma? Una devota feligresa? Misterios! Misterios! Misterios!
Plausibles Soluciones a Este Enigma, La Santa Cruz:
Al otro día, todavía sobrecogido de dudas y escalofríos, fui a hablar con el Reverendo Luis Barrios y el Señor Carlos, fiel acólito y candidato a guardia en el mantenimiento de la Iglesia, y así poder disipar lo extraño de esta misteriosa mujer:
La Mujer De Dios, quizá era una desamparada, es muy plausible esta respuesta al enigma, se había ido silenciosamente mientras estábamos inmersos en las tristes melodías del Nocturno en Mi Bemol de Chopin, interpretado por el pianista Jily Nelson.
Pero esta deducción, después de muchas sobrias conjeturas la descartamos como inadmisible, porque Maribel estaba sentada en medio de los bancos de la Iglesia, viendo ambos pasillos de aquel lugar de la Santa Cruz. Por lo tanto, cualquier visitante, sea este un mago, o una bruja, o un fantasma, no podría esquivar los ojos atentos de la Señora Prudencia.
Yo, por otro lado, estaba en la plataforma del santuario; desde estas perspectivas, ambos hubiésemos podido ver a la feligresa salir de aquel lugar con el testimonios irrefutable de nuestros sentidos.
El Rev. Barrios, al escuchar lo allí ocurrido, me dijo que quizá la música triste de Chopin había atraído aquella mujer por allí.
Luego en su oficina, el Reverendo, en tono más serio, me confesó haber tenido experiencias similares, pero con el pasar de los años, ya se ha acostumbrado a estos fenómenos paranormales:
"Personas misteriosas entran y luego se desaparecen dejando una estela de mil enigmas. Sean estos vivos, muertos, o santos, sinceramente, ya no me asustan." Así se expresó el Reverendo Luis Barrio, quién está convencido de que el alma puede existir más allá del sepulcro.
El Dr. Luis Barrios, es un hombre extraordinario que conoce la sociedad humana desde muchos ángulos, tanto en lo físico como lo metafísico, es también profesor de criminología en la Universidad de John Jay en Manhattan.
Después de sopesar mi historia sobre aquella mujer misteriosa, el Venerable Reverendo, con un acento Puertorriqueño, y sin ningún temor, me dijo que en su iglesia, en cierta área, cerca del santuario, se encuentran unas cajas o sepulturas para personas incineradas.
"Allí descansan las cenizas de varias mujeres," me dijo Carlos, su ayudante al altar, y quién recuerda algunas de estas muertas como si todavía viviesen. Entonces, mirándome a los ojos, me pidió que describiera a la mujer de mi susto.
"Por lo que me dices, la conclusión es plausible y contundente: tal mujer era una muerta."
Con estas palabras se expresó Carlos, mientras yo dirigía mi vista hacia los pasillos, hacia la capilla, hacia una misteriosa puerta que conduce para otras recámaras o salones.
El Santo Lugar aunque hermoso me pareció lúgubre, y pensé en las tantas personas que han entrado allí, en esa pequeña capilla, por los últimos cien años.
Mi amado lector, una muerta, o espíritu, parece deambular por estos pasillos buscando algo...Quién sabe que quiere?
Vi a la mujer entrar a la iglesia con una actitud piadosa y reverente, también Maribel (esposa de Jily), quién estaba sentada en medio de los bancos de la Iglesia, la vio dirigirse silenciosamente por el pasillo izquierdo hasta perderse en una capilla oscura y pequeña.
Su aspecto físico no me impresionó como extraordinaria. La mujer, si bien recuerdo, se veía como un ser humano de carne y huesos.
Ella parecía estar ya alcanzando los 60, y no era delgada, o gorda, pero si era de una constitución llena. Tampoco me pareció atractiva o fea cuando la vi aproximarse hacia la capilla, su rostro hablaba de una mujer de personalidad agradable, humilde y de devoción religiosa.
La Mujer de Dios, aquel espíritu ambulante --pues errante iban sus pasos, silenciosa por aquel pasadizo de enigmas y misterios-- fue vista entrar por la puerta principal de la Iglesia La Santa Cruz.
Cuando sentimos su presencia ya casi hermana con la nuestra, pensamos de aquella mujer santa de Dios, piel un tanto oscura, quizá color olivo, tenía pelo corto (con aspecto más bien de Latina) venía ella, en su actitud piadosa a orar allí como tantos otros feligreses.
Aquella mujer, a pesar de su aura de santidad, pues no se mostró amistosa. Sin hablar, sin saludar, dirigió sus lentos pasos hacia la pequeña capilla localizada al lado del santuario.
Ya a eso de la 7:45 pm, siguiendo los consejos del Párroco Luis Barrios, me propuse cerrar la iglesia, y como aquel que se esmera en obedecer las órdenes de sus mayores, de esta manera le pedí a Maribel que le dijese a aquella feligresa que saliera de su recámara.
Maribel, hechando una ojeada por aquellos pasillos, me sugirió que yo me dirigiera a la feligresa, porque tal como su esposo Jily, ella solo era una visitante.
Entonces como para finalizar nuestro momento musical con Federico Chopin, comencé a pagar las luces detrás del santuario. La iglesia pronto estaría llena de penumbras y sombras.
Apagué las luces para que la feligresa se percatara de que ya era tiempo de salir de allí.
La mujer, escondida allá, a pesar de estar ya cubierta con los mantos de las tinieblas de la noche, pues hizo caso omiso a mis palabras de despedida, más bien parecía estar allí inmersa en sus plegarias y súplicas.
Entonces, debido a su silencio despectivo, le llamé con voz alta y de autoridad, como aquel pastor o profeta desde el Santuario de lo Insólito:
Mujer, por favor, ya es hora de salir de salir de tu recámara.
Aún así, ella no salió de allí, ni hubo movimiento alguno como para dar indicio de su presencia. Entonces, más bien como por cortesía de un caballero, pero lleno de valor con estos asuntos inexplicables de la vida, me propuse ir a aquella pequeña capilla, y así decirle que ya era tiempo de cerrar la iglesia.
Cuando llegué a la pequeña capilla, que susto, Dios mío, la mujer ya no estaba allí. Como un caballo sobrecogido de sudor por estas veredas oscuras, sus pasos detiene bajo el peso de sus dudas, así sentí yo escalofríos llenar todo mi ser, porque pensé, si Dios quiere, allí encontraré a una sierva piadoso orando de rodilla.
Le communiqué mi gran sorpresa a Jily y a su esposa Maribel: no encontré a tal supuesta mujer orando en el recinto de nuestras plegarias.
Maribel, al escuchar esto, se llenó de pánico. Pronto, haciendo la Señal de la Santa Cruz, ella nos sugirió que saliéramos de allí lo más pronto posible.
Yo, como aquel valiente que no es perturbado por sombra que deambula por la noche, ni por pestilencia que azota durante el día (Salmo 91), así traté de calmar los nervios de mis caros invitados. Dirigiéndome hacia la capilla, me propuse hacer otra minuciosa inspección de aquel lugar sagrado.
Este Misterio Será Resuelto:
Inútilmente tratamos de hallar a la mujer de nuestro susto, porque por más que tratamos de encontrarla detrás de los bancos, detrás de las cortinas, o quizá detrás de las columnas, o por alguna puerta o ventana de salida, solo se confirmaban nuestras dudas: esta mujer es realmente un espectro. Por un momento, pensé que esta mujer se había escapado por detrás del santuario, pero Maribel la hubiese visto.
No sabemos quién era, quizás era esta mujer una desamparada, una trabajadora?
De ser así, la hubiésemos visto salir, porque no había manera de esconderse de nuestra vista, salvo en la pequeña capilla, y aún allí no la pudimos encontrar como esperábamos.
Era ella un demonio? Un fantasma? Una devota feligresa? Misterios! Misterios! Misterios!
Plausibles Soluciones a Este Enigma, La Santa Cruz:
Al otro día, todavía sobrecogido de dudas y escalofríos, fui a hablar con el Reverendo Luis Barrios y el Señor Carlos, fiel acólito y candidato a guardia en el mantenimiento de la Iglesia, y así poder disipar lo extraño de esta misteriosa mujer:
La Mujer De Dios, quizá era una desamparada, es muy plausible esta respuesta al enigma, se había ido silenciosamente mientras estábamos inmersos en las tristes melodías del Nocturno en Mi Bemol de Chopin, interpretado por el pianista Jily Nelson.
Pero esta deducción, después de muchas sobrias conjeturas la descartamos como inadmisible, porque Maribel estaba sentada en medio de los bancos de la Iglesia, viendo ambos pasillos de aquel lugar de la Santa Cruz. Por lo tanto, cualquier visitante, sea este un mago, o una bruja, o un fantasma, no podría esquivar los ojos atentos de la Señora Prudencia.
Yo, por otro lado, estaba en la plataforma del santuario; desde estas perspectivas, ambos hubiésemos podido ver a la feligresa salir de aquel lugar con el testimonios irrefutable de nuestros sentidos.
El Rev. Barrios, al escuchar lo allí ocurrido, me dijo que quizá la música triste de Chopin había atraído aquella mujer por allí.
Luego en su oficina, el Reverendo, en tono más serio, me confesó haber tenido experiencias similares, pero con el pasar de los años, ya se ha acostumbrado a estos fenómenos paranormales:
"Personas misteriosas entran y luego se desaparecen dejando una estela de mil enigmas. Sean estos vivos, muertos, o santos, sinceramente, ya no me asustan." Así se expresó el Reverendo Luis Barrio, quién está convencido de que el alma puede existir más allá del sepulcro.
El Dr. Luis Barrios, es un hombre extraordinario que conoce la sociedad humana desde muchos ángulos, tanto en lo físico como lo metafísico, es también profesor de criminología en la Universidad de John Jay en Manhattan.
Después de sopesar mi historia sobre aquella mujer misteriosa, el Venerable Reverendo, con un acento Puertorriqueño, y sin ningún temor, me dijo que en su iglesia, en cierta área, cerca del santuario, se encuentran unas cajas o sepulturas para personas incineradas.
"Allí descansan las cenizas de varias mujeres," me dijo Carlos, su ayudante al altar, y quién recuerda algunas de estas muertas como si todavía viviesen. Entonces, mirándome a los ojos, me pidió que describiera a la mujer de mi susto.
"Por lo que me dices, la conclusión es plausible y contundente: tal mujer era una muerta."
Con estas palabras se expresó Carlos, mientras yo dirigía mi vista hacia los pasillos, hacia la capilla, hacia una misteriosa puerta que conduce para otras recámaras o salones.
El Santo Lugar aunque hermoso me pareció lúgubre, y pensé en las tantas personas que han entrado allí, en esa pequeña capilla, por los últimos cien años.
Mi amado lector, una muerta, o espíritu, parece deambular por estos pasillos buscando algo...Quién sabe que quiere?